¡Hola a tod@s!

Volvemos a la calma y a la rutina después de nuestra Semana Cultural (la cual se merece un post) con la última sesión de experimentos que hemos realizado antes de que lleguen las vacaciones de Pascua.

Sigo una línea de proyecto en la qué el líquido es el principal elemento. Primero, utilizando agua, comprobar la flotabilidad de diferentes objetos y elaborar hipótesis para que todos los elementos no se sumergieran. Segundo, con un único objeto (un huevo en este caso), comprobar su flotabilidad variando la densidad del agua con sal o con azúcar. Y, en este tercer experimento, ver que no todos los líquidos se pueden mezclar.


Los materiales son:
- 2 matraces Erlenmeyer,
- 1 vaso de precipitado,
- gafas protectoras,
- agua,
- alcohol,
- aceite y,
- colorante alimentario.

Para introducirlos en materia, les presentamos los tres líquidos por separado, el alcohol y el aceite en los matraces (se ve mejor el movimiento) y el agua en el vaso de precipitado. Los observamos, vemos cómo se mueven...

Planteamos la primera hipótesis ¿qué pasará si echamos el alcohol sobre el agua? Al alcohol le hemos puesto un par de gotas de colorante rojo para ver la diferencia. Al verter un líquido sobre el otro (con las gafas protectoras por si salpica), prácticamente no ocurre nada.

Pasamos a la siguiente hipótesis ¿qué pasará si echamos el aceite a la mezcla? Poco a poco, van vertiendo el aceite en el vaso dónde esta la mezcla de agua y alcohol. Vemos que se hacen burbujas grandes que van subiendo a la superficie. No se pueden mezclar.


Dialogamos sobre estas dos preguntas.

Ahora, viene la parte mágica: echamos un par de gotitas de colorante. Las gotitas bajan lentas por el aceite y cuando llegan a la mezcla que hay debajo, explotan y crean una nube de color que deja a los peques alucinados.


Es un experimento que se puede hacer perfectamente en la clase y en casa.

¿Os animáis?

Aquí os dejo la actividad del experimento. ¡Hasta pronto!